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El intento de suicidio en menores es un tema que no resulta sencillo de escribir ya que para ningún profesional sanitario es agradable encontrarse con estos casos, sin embargo, en el transcurso de 2015 me he topado con varios episodios de autolisis en mi círculo cercano (dos de ellas eran chicas adolescentes) y debido a ello he creído que debía poner mi granito de arena y hacer algo para ayudar a las familias.
Los intentos de suicidio siempre han de ser escuchados. Los expertos afirman que por cada persona que muere al suicidarse lo intentan 25. Que un 15% de la población piensa en suicidarse y que un 3% lo intenta. En España mueren de esta forma 3500 personas al año y es la segunda causa de muerte en la franja de edad de 15 a 25 años, detrás de las defunciones por accidente de tráfico. Según la OMS, la tasa de suicidio de los 5-14 años de edad es muy baja aunque aproximadamente el 2% de los preadolescentes presentan un intento de suicidio. En el caso de los adolescentes, aproximadamente el 9% de la población general ha presentado tentativa de suicidio. En casi todos los casos habían comunicado sus intenciones de manera implícita o explícita y las personas que reciben esta información son familiares, amigos, vecinos o su médico. Cabe reconocer que son más frecuentes los suicidios en chicos que en chicas, en una proporción de 5 a 1, aproximadamente aunque son ellas quienes más lo intentan.
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Los métodos utilizados suelen ser la autointoxicación medicamentosa (analgésicos, ansiolíticos, antidepresivos, etc.) seguidos por la flebotomía (cortes en las muñecas), precipitación (a un tren, al vacío, etc.) y el ahorcamiento. Durante las festividades (Navidad, Semana Santa, agosto, etc.) el número de intentos de suicidio aumenta y en los niños y adolescentes no es una excepción. También los cambios de estación son momentos de riesgo, como el inicio de la primavera y especialmente del otoño.
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¿Cuáles son sus causas o detonantes?
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Por las notas de suicidio dejadas por las víctimas, se puede deducir que las causas principales son trastornos afectivos ocurridos recientemente (ruptura de pareja, muerte de algún familiar muy querido, etc.), miedo a compañeros (casos de bullying o acoso escolar), determinadas conductas de los padres (como episodios de abuso) o sentimientos depresivos. En un 46% eran personas que anteriormente ya habían realizado algún intento de suicidio y el 90% tenía algún trastorno psiquiátrico (esquizofrenia, depresión, bipolaridad, trastorno límite de personalidad, etc.). Si a todo esto le añadimos factores que puedan estresar al menor a nivel psicosocial (como la realización de exámenes importantes en las que está en juego su futuro), el riesgo aumenta de forma significativa.
En un próximo post detallaré pautas y herramientas para ayudar a las familias que se encuentren en situaciones como las descritas. Espero que éste te haya resultado interesante.
Maite Cobo | Psicóloga Infantojuvenil y Orientadora Educativa
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