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La mamá de Alberto se siente agotada. El pequeño tiene 7 años y una vitalidad increíble que lo mantienen a todo gas desde que amanece hasta que se va a dormir pero sus padres se sienten incapaces de seguirle el ritmo. Le diagnosticaron hace un año TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad, subtipo impulsivo**) y gracias a las pautas educativas que la psicóloga les proporcionó hace algunas semanas, la situación familiar ha mejorado bastante aunque la convivencia con el pequeño en ocasiones sigue siendo complicada.
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¿Qué síntomas presentaba Alberto?
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El hijo de Marta era un niño con una elevada verborrea y en continuo movimiento. El pequeño se ponía a hacer una actividad y apenas estaba en ella unos minutos que ya sentía la necesidad de cambiar a hacer otra, dejando la anterior a medias. Era muy desorganizado con sus cosas, incapaz de seguir varias instrucciones a la vez y de dejar terminar de hablar a sus padres cuando éstos le explicaban algo. En el colegio la situación era similar aunque lo que preocupó seriamente a los padres fue que no era capaz de mantenerse sentado en su asiento durante mucho rato ni escuchar a la maestra sus explicaciones más de 5 min. seguidos. Sus resultados académicos no eran todo lo positivos que podían llegar a ser y en el recreo molestaba a los compañeros al intentar imponer sus normas, no dejarles hablar y solucionar muchas veces los conflictos “soltando la mano” o con malas contestaciones.
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¿Qué tipo de pautas les proporcionó la psicóloga infantil?
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Ante semejante panorama, los padres decidieron ir al pediatra y éste los derivó a un especialista para que estudiara a su hijo y valorara la presencia o no de un diagnóstico que, en este caso, fue de TDAH. Decidieron darle un tratamiento farmacológico y pautas educativas que les ayudara en la organización familiar y también escolar. Las pautas que les sugirieron fueron parecidas a las que te presento a continuación:
UNO: la creación de un horario semanal que se colgó donde todos los miembros de la familia podían verlo y que incluía todas las actividades del día de lunes a domingo junto con la hora en la que se iban a realizar. Eso ayudó a Alberto a no sentirse perdido y a saber en todo momento qué tendría que hacer a continuación.
DOS: cuando tenía que hacer los deberes eliminaban los estímulos que pudieran distraerlo: se apagaba el móvil, la música y la red wifi, a fin de que no se distrajera con su tablet navegando por internet y se le compró un escritorio en su dormitorio para que pudiera estudiar sin que hubiera nadie distrayéndole.
TRES: se le pedía que hiciera una tarea escolar cortita (de unos 5-10 min.) él solo y que, una vez terminada, se la enseñara a su madre. Tras la revisión materna tenía que seguir con el resto de tareas, actuando siempre de las misma forma: trabajo durante un periodo corto + supervisión familiar. Poco a poco se fue consiguiendo que estuviera sentado más rato en su asiento.
CUATRO: las instrucciones que le daban sus padres tenían que ser de una en una, sin enfadarse y con voz suave y, a continuación, se le pedía que la repitiera, para estar seguros de que la había interiorizado y comprendido correctamente.
CINCO: las normas habían de ser cortas, claras y comprensibles para Alberto, a fin de conseguir regular el comportamiento del pequeño. Tales normas no podían cambiar de un día para otro y si las incumplía tenía que recibir siempre las mismas consecuencias, aunque nunca llegar a pegarle.
SEIS: los premios fueron muy importantes para lograr la mejora de Alberto. Pero no los de tipo material sino los premios sociales, es decir, las sonrisas, las felicitaciones y los abrazos que sus padres le daban cada vez que cumplía correctamente una norma.
SIETE: se acostumbraron a avisarle con antelación ante cualquier cambio de rutina ya que el no hacerlo hacía aumentar en él su nerviosismo y su nivel de impulsividad.
OCHO: les enseñaron a aplicar al pequeño unas técnicas de relajación que pusieron en práctica todas las noches justo antes de que Alberto se fuera a dormir.
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.Cabe señalar también que, además de proporcionar apoyo y orientación a la familia, el programa de intervención con Alberto también trabaja dos aspectos más:
- Ayuda psicopedagógica para paliar las dificultades escolares, lo que se conoce también como reeducación escolar.
- Terapia psicológica para aspectos más relacionados con su autoconcepto, autoestima y para ayudarle a solucionar los conflictos con sus amigos de forma más civilizada, entre otros puntos.
Como verás, hay muchos aspectos que se pueden trabajar para ayudar a un niño con TDAH y a su familia y que van más allá de la medicación. Si sospechas que tu hijo o hija se parece a Alberto, no dudes en solicitar ayuda y asesoramiento a profesionales de la salud, nosotros estamos para ayudarte y hay muchas maneras de hacerlo, ¡incluso vía online! Una última cosa: si crees que este post puede servirle a otras personas de tu entorno compártelo y también me estarás ayudando a mí. Gracias por ello.
Maite Cobo | Psicóloga Infantojuvenil y Orientadora Educativa
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** Además del subtipo impulsivo, existen 2 tipos más de TDAH: el inatento y el mixto (combinación de los dos anteriores).
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